El camino de las empresas sostenibles

El camino de las empresas sostenibles

Las empresas tienen el compromiso de ser más sostenibles y amigables con el medioambienete.




Desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, en 1972, el alcance del desarrollo sostenible se ha ampliado considerablemente en todos los ámbitos (local, nacional, regional e internacional). La necesidad de integrar el desarrollo económico, la gestión y protección de los recursos naturales y la equidad e inclusión social se introdujo por primera vez en el Informe Brundtland de 1987 («Nuestro futuro común»), y resultó fundamental para enmarcar los debates en la Conferencia de las Naciones Unidas de 1992 sobre Medioambiente y Desarrollo (UNCED), también conocida como la Cumbre de la Tierra.

Sostenibilidad, desarrollo sostenible, emprendimientos sociales entran dentro de la llamada «nueva economía». Esta expresión, acuñada en los años noventa por Brian Arthur y popularizada por Kevin Kelly, tiene varias vertientes. La primera propugna por una revolución de la productividad mediante el uso de la tecnología. La segunda se refiere a la gente que trabaja con sus cerebros en lugar de hacerlo con las manos. La tercera está más asociada con el modelo estadounidense de productividad ascendente y capacidad de producción que excede la demanda.

Gracias a la segunda vertiente del concepto, empresas diversas (en cuanto a organización, dimensión, enfoque), comprometidas (con propósitos que facilitan la creación de valor para las comunidades), que no buscan solamente maximizar el resultado económico (se ingenian fórmulas alternativas) y se consideran parte de un ecosistema (reconocen sus interrelaciones) son representativas de la nueva economía. La gama es amplia: economía verde, economía azul, economía naranja, economía colaborativa, economía circular, modelo del bien común, modelo de impacto, modelo verde-azulado.

La importancia de innovar modelos de negocios.

El actual paradigma en la vinculación entre empresas y movimientos sociales (y ambientales) está representado por las empresas con propósito y/o de triple impacto.

Los grupos de interés exigen por encima de las métricas tradicionales, como desempeño financiero o calidad de productos y servicios. Hoy cada producto o servicio exitoso es juzgado en términos de bienestar, ética y cuidados, son juzgadas sus relaciones con sus trabajadores, clientes y comunidades, así como por su impacto en la sociedad en general y el medio ambiente. Estas dimensiones están sintetizadas en las «empresas B»: organizaciones rentables que al mismo tiempo solucionan problemas sociales o ambientales (Agarwal, Bersin, Lahiri, Schwartz y Volini, 2018). Las empresas B desarrollan el modelo de triple impacto y este también conocido «modelo de las tres P», en alusión a la inicial de tres voces inglesas asociadas con un modelo productivo comprometido con los accionistas (profit), la sociedad (people) y el ambiente (planet). Ahora conviene agregar una cuarta «P», para una cuádruple línea de fondo: la «P» de propósito (purpose) (Joyce y Paquin 2016).

El mundo actual (antes y después de la pandemia del Covid-19) representa para las empresas un reto a innovarse a sí mismas, dado que su núcleo se ve magnificado a un propósito superior. El modelo de negocios se redefine y comienza a ocupar un rol transformador para las personas/sociedad, accionistas y el planeta. No solamente para los accionistas.

Rediseñar el propósito de una empresa parece un esfuerzo titánico y avasallante tanto para PYMES como para las grandes corporaciones, muchas veces más cercano desde re significar o reencontrarse con los orígenes de la organización. Un elemento que puede materializar la transición de la empresa hacia la multiplicidad de propósitos vinculados al bien común son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Con sólo tomar acción sobre uno de los diecisiete objetivos, que son una depurada colección de problemas globales e integrándose de manera comprometida y planificada a la búsqueda de respuestas a problemáticas sociales o ambientales.

La creación simultánea de valor económico, ecológico y social por parte de las empresas ha resultado un desafío. De hecho, los negocios sostenibles están lejos de ser la norma. En su libro La era de la responsabilidad, Visser sostiene que el avance de las empresas sostenibles se ve obstaculizado por tres limitaciones:

1. La sostenibilidad permanece en la periferia del negocio: en muchos casos, no forma parte del negocio principal real de la empresa, y la responsabilidad principal recae en el departamento de comunicaciones.

2. La sostenibilidad es antieconómica: muchas investigaciones muestran que no es necesariamente una buena inversión, desde un punto de vista económico. La sostenibilidad produce ganancias solo en condiciones y circunstancias específicas.

3. La sostenibilidad es incremental: permanece encerrada en el paradigma dominante de mejora continua y desarrollo de nuevas concepciones de valor, desde la perspectiva de los modelos de negocio existentes, en lugar de ser un motor para repensar fundamentalmente la naturaleza del modelo de negocio.

Tales limitaciones se deben, en gran parte, a la concepción de la sostenibilidad dentro de un marco de negocio habitual; de allí la necesidad de innovar los modelos de negocio para crear el valor de sostenibilidad.

Fuente: Antwerp Management School (2017).

Edwin  Ojeda González

Profesor del IESA y del Centro de Sostenibilidad y Liderazgo Responsable del IESA.
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