Las cervezas artesanales tienen su logia

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Panamá tiene cuantas asociaciones quepan en el directorio telefónico. Con la misma prodigalidad, cada día contabiliza más expertos en el arte del buen vivir. Personas que en sentido gastronómico, saben de maridajes con cafés y whiskys y rones y vinos, y desde un tiempo para acá, cervezas elaboradas con recetas de autor.

Pues bien: la demanda por este último tipo de bebidas, más la cantidad de casas cerveceras, ha resultado en la creación de la Asociación Cervecera Artesanal de Panamá (Acap).

La fundación de esta logia fue un ritual con todos los rigores del caso. Sucedió un viernes a las 3 de la tarde en el bar Buenas Pintas, ubicado en el barrio Bella Vista. Antes del inicio del ritual, la tarde se blanqueó con la lluvia.  En medio del recinto de maderas y luces en sepia, un nutrido grupo de maestros cerveceros escuchaba a José Carlos Blanco, uno de los promotores de la nueva federación.

Las cervezas artesanales tienen su logia

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El expositor en su acento gallego galvanizado con términos panameños, describía el porqué de una iniciativa para encausar al menos 120 marcas locales de cerveza cuya elaboración es ajena a los procesos industriales. Reveló que el consumo de estas bebidas promedia un millón de litros anuales. Que frente a la ingesta total de alcohol, las artesanales representan ya el 1% cuando hace un lustro si acaso llegaba a un 0.4%. Y que la federación es una realidad gracias a la articulación de maestros cerveceros, embotelladores, distribuidores, pubs y bares que hasta la fecha solo se han visualizado en las vitrinas de los supermercados y a través de la feria anual Micro Brew Fest, que lleva 6 ediciones.

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Los consumidores

La nutricionista Laura Turner y el profesor y politólogo Carlos Guevara Mann detallan, desde el otro lado de la barra, cómo nació en ellos un hábito que empieza a volverse tradición. Ambos profesionales son consumidores consuetudinarios de cervezas artesanales. Sus declaraciones identifican las señales de una industria de pequeños y medianos emprendedores. Laura acude al llamado de las artesanales en busca de sabores amaderados, frutales, ácidos o exóticos, “con carácter”, esquivos en las bebidas estandarizadas. El profesor lo hace porque aprecia en ellas un espíritu más auténtico, más genuino. “Su preparación no es  un proceso industrial a gran escala, sino una obra humana esmerada”.

La nutricionista evoca las tardes en casa de su abuela donde se citaba la familia para comer y acompañar los platillos con un vino dominical. Recuerda sus épocas universitarias y la frustración suya cuando con el abanico de cervezas locales le presentaban únicamente las denominadas ligeras. Viajó a Argentina y tomó vino blanco y tinto, pero alguna vez, al ritmo de tangos combinados con cumbias, se tomó una cerveza negra. El flechazo fue inmediato.

El profesor le abre un  espacio a sus elucubraciones intelectuales en Leto Coffe Brew Bar, corregimiento de San Francisco. “Afortunadamente hay varios lugares agradables en Panamá para tomarse una cerveza de autor. Desde cuando fui la primera vez, me gusta Leto. Tiene un buen ambiente y un decorado que invita a relajarse con una buena artesanal”.

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Son precisamente ese “ambiente” y ese “espíritu” conjugados en uno solo, la primera conquista de las cervezas de autor. Los emprendedores encargados de fomentar su consumo han ponderado “el poder elaborar algo propio, producto de sus pasiones y experiencias, antes de revisar los números”, comenta Ricardo “Richo” Fernández, cofundador del Micro Bew Fest. El analista añade el poder variopinto de las artesanales. Su capacidad de multiplicarse en sabores y aromas y texturas y de encontrar receptores prodigados en personas de todas las edades.

“Es la creatividad panameña al servicio de consumidores que se cultivan en viajes o a los que les gusta comer y beber bien”, sostiene Fernández. Por este motivo, Laura valora en las artesanales que son un mundo de personalidades. “Hay carácter en ellas. Cada artesano pone su personalidad en cada receta. Se juega su conocimiento con ingredientes naturales. Definitivamente representan un apoyo a lo que significa ser panameño”, condensa la nutricionista.

Las cervezas artesanales tienen su logia

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Y como en todo negocio, son fundamentales los números. Alexandra Icaza, copropietaria del bar Boquete Brewing Company, ubicado en las montañas chiricanas y vocera además de la Asociación, anticipa una mayor participación en el mercado. “Vamos a crecer más porque mucha gente quiere experimentar cosas nuevas. Tienen a su alcance bares y restaurantes que saben que así pueden complacer mejor a los clientes”. Las personas se animan con una clase de bebida “de calidad” a “la altura” de cualquier otra espirituosa. “Si hay una carta de vinos, creemos que es hora ya de que exista una carta de artesanales, en vez de tener estas bebidas en la parte final de los menús junto a sodas, aguas, jugos y cervezas industriales”, sostiene la vocera federada.

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Y será en el Micro Bew Fest donde el sindicato artesanal de la cerveza y sus consumidores se harán lenguas con unas bebidas que empiezan a despuntar en los menús y en los supermercados. A la primera edición del festival asistieron 1,500 personas, y ahora se calculan cerca de 10 mil, apunta Fernández. El experto adelanta la agenda de la feria –se celebrará la segunda semana de febrero-. “Entre bambalinas habrá reuniones de agentes locales e internacionales afines a esta propuesta cervecera. Se celebrará la Copa “Barrilito de Oro”, con jueces foráneos, para evaluar cervezas de todo el continente. Se certificarán nuevos maestros. Se dictarán conferencias en temas especializados, una de ellas sobre cómo mantener las bondades de una cerveza cuando está en vitrina. Y en la parte posterior, en una barra, se atenderá al público”.

Y sentadas en esa larga barra, personas de todas las edades, como la nutricionista Laura Turner y el profesor Guevara Mann, chocarán sus vasos repletos de cerveza artesanal y dirán: “¡Salud!”, brindando por una buena causa.