¿Cuánto cuesta sonreír?

¿Cuánto cuesta sonreír?




Tenía los dientes como perlas: escasos. El paciente, que es una ficción aunque puede volverse realidad en los consultorios odontológicos, acudió al dentista en busca de una solución rápida para obtener una sonrisa veraniega. El especialista le dijo que si bien había soluciones eficaces, “digamos que un implante”, antes de iniciarse cualquier procedimiento dental correspondía una valoración integral de la cavidad bucal y de la relación de esta parte del cuerpo con el resto del organismo.

“Es bueno y posible tener una sonrisa bella, pero se hace imperativo tener dientes y encías sanas”, comenta el doctor Raúl Corró, presidente de la clínica Corró Maduro, antes de enunciar una serie “abundante” de tratamientos dirigidos a garantizar una “gran sonrisa”. La inversión para hacer estos procedimientos, añade, es muy variable y depende de las necesidades, de los materiales y del tiempo de tratamiento.

La estética es importante, pero primero está la salud, dictamina el doctor Eduardo Sousa–Lennox, de la clínica de su mismo apellido y especializada en odontología integral de niños y adultos. El experto recuerda casos de personas que a diferencia del paciente hipotético, le dicen a él que han perdido todos sus dientes y que aun así pueden “comer de todo” cuando se les pregunta si “comen bien”.

¿Cuánto cuesta sonreír?

¿Cuánto cuesta sonreír?

Ignoran los efectos de su mordida deficitaria, de la cadena de parafunciones creadas para suplir las falencias de la boca y que por ello hacen obligatoria una revisión integral en cualquier tratamiento odontológico.

“Digamos que le hace falta un diente o varios de una parte de la cavidad bucal. Comenzará a masticar más del otro lado. Si es evidente dicha situación, el inconsciente podrá hacer que le dé pena [su sonrisa], y se afectará la autoestima. Desarrollará hábitos y músculos según las parafunciones requeridas”, detalla Sousa–Lennox acerca de una cadena sucesiva de efectos iniciada en la fase uno del proceso digestivo, el cual comienza en la boca.

La masticación deficiente impide la trituración correcta del alimento y es en el estómago donde se pagarán las consecuencias. Una vez allí, entrarán en acción más ácidos de los necesarios para descomponer —en el buen sentido del término— el alimento. “Si no se ejecuta el proceso de masticación de modo adecuado porque la persona no tiene dientes, entonces chupará, mojará y tragará y trabajará en exceso”. Y esos ácidos excesivos pueden influir en una acidez gástrica, por ejemplo, y llegan a veces a influir en enfermedades.

Determinada la importancia de una valoración integral, según declaran las fuentes consultadas, continúa entonces la descripción de los tratamientos de estética dental. Procedimientos a los que puede accederse en Panamá sin perder de vista la salud y el funcionamiento de la cavidad bucal.

La revista Martes Financiero se adelantó al futuro en su edición del 18 de junio de 2010, con el artículo titulado “Un negocio que produce una sonrisa impecable”. La publicación previó en aquella oportunidad la irrupción en Panamá de tecnologías y tratamientos y técnicas y materiales dentales, para facilitarles el trabajo a los odontólogos. Anunció la inauguración de clínicas dentales y de tarifas para todos los bolsillos.

¿Cuánto cuesta sonreír?

¿Cuánto cuesta sonreír?

Dos por uno

Las predicciones se concretan en buena medida en la enumeración con explicaciones sumarias de Raúl Corró, sobre la oferta de procedimientos dentales en Panamá para lograr una “gran sonrisa”.

El experto empieza diciendo que están los frenos tradicionales metálicos, para ordenar los apiñamientos dentales y convertirlos en “sonrisas bonitas y bocas saludables”. Luego, agrega, se encuentran los alineadores transparentes, que se basan en tecnología digital y surten el mismo efecto que los frenos en casos de baja o mediana complejidad. “La inversión es un poco mayor, pero son removibles, lo que los hace más higiénicos y de mejor aspecto”.

Sobre la base de una buena ortodoncia, con dientes y encías sanos lo que sigue “es el blanqueamiento, que puede ser en el consultorio, para efectos más rápidos, o en casa, donde según la disciplina y el tiempo de la persona se obtendrán buenos resultados”. Ambos pueden repetirse hasta lograr el tono buscado. “A veces al terminar la ortodoncia te encuentras con que el tamaño y la forma de los dientes y la línea de la sonrisa son mejorables. En esos casos cabe la opción de recurrir a la cirugía plástica de la encía o las carillas de resina o porcelana”, añade.

La oferta ha encontrado una mejor respuesta en comparación con la época de la publicación del artículo en Martes Financiero en junio de 2010. En el mercado se anunciaban diversos procedimientos y sin embargo había recelo por su demanda entre la población. “Muchos especialistas coinciden en que la solicitud de estos servicios no crecía a la par de la oferta”, cita el reportaje. Las cosas cambiaron, y en esta transformación tienen mucho que ver los expertos odontólogos panameños.

“Hemos hecho pedagogía respecto de los beneficios de la odontología. Fomentamos el conocimiento entre la población, como lo hace la medicina. La boca es la puerta de la salud”, sostiene la doctora Vania Barrow, del Centro de Rehabilitación y Cirugía Maxilofacial (Cercim). La profesional labora también en el área dental del Hospital del Niño, y Cercim “trabaja en alianza” con el Hospital Nacional.

Basa su comentario en que atiende a pacientes de todas las edades, nacionales y extranjeros. Estos últimos cautivados, además, por las tarifas en comparación con su país de residencia y la oferta turística del istmo.

¿Cuánto cuesta sonreír?

¿Cuánto cuesta sonreír?

La estética es importante siempre y cuando siga los preceptos de la salud y el funcionamiento orgánicos. “Si el tratamiento también te da belleza, como quien dice, dos por uno, pues quién se pone bravo”, pondera Sousa–Lennox.

Muestra de esta verdad son Denia y Carlos, arquitecta y camarógrafo panameños —que piden excluir sus apellidos—, que terminaron por acudir al odontólogo en busca de bienestar. Querían ponerle punto final a un problema de años. Ella padecía migrañas cada vez más frecuentes y más intensas, producto de una separación “indebida” en el arco de su paladar, lo cual la llevaba a “morder los cachetes” y tocar nervios hasta desencadenarle unos dolores de cabeza como los que debía sentir un boxeador tras fajarse con Mike Tyson.

El camarógrafo perdió un diente al morder un guineo. Su pérdida estaba vinculada con problemas en la vista y en el oído valorados por “varios otorrinos y oculistas” que le decían que podía escuchar el cantar de los cetáceos y pilotar aviones de guerra. “Me recomendaron ir a un odontólogo”, recuerda. Tras la valoración, el dentista dictaminó que “la mordida la tenía demasiado cruzada”, y por ello los dolores de cabeza. Los frenos remediaron el problema.

“No fue el guineo, sino el chasquido de la mordida, y cuando estaba comiéndose el guineo, cayó el diente”, explica Sousa–Lennox, quien aprovecha para comparar la experiencia de Carlos con la de un vaso al que le caben mil gotas de agua y se derrama. “¿Cuál de las gotas ocasionó el derramamiento? Pues la mil, pero hasta la número 999 nada se sabía. Así pasa a veces con la odontología: no se tienen dolores, pero se está en riesgo de perder un diente”, explica.

La arquitecta solucionó su problema con un tratamiento que le instaló un aparato removible en el paladar y después unos frenos que la acompañaron durante dos años.

Los tratamientos dentales cuestan dinero y toman tiempo y en ocasiones exigen sacrificios relacionados con el dolor. Todo esto puede evitarse con una solución tan antigua como efectiva. “Con el uso correcto del hilo y el cepillo dentales. El odontólogo está en la obligación de decirle al paciente cómo emplearlos”, recuerda Eduardo Sousa–Lennox. La falta de utilización de estos dos artículos ocasiona inflamación de las encías o caries o ambas a la vez, y con ellas se allanará el torrente de perjuicios en la salud, hasta incluso desencadenar enfermedades terminales.

“Tengo pacientes de más de 65 años. Mujeres que me dicen: Doctor, a mí qué me importa verme más bonita. Hombres que insisten: A esta edad para qué quiero lucir más guapo. Mi respuesta es la de siempre: No es para verse mejor, sino para que [la boca] funcione mejor y mantenga tus dientes saludables”.

Para morir con los dientes puestos.