Reinventarse a los 50

Reinventarse a los 50




Atrás han quedado los tiempos en los que una persona ingresaba a un trabajo a los 20 años de edad y permanecía en este hasta que se jubilaba, pasado los 60, llevándose a casa una merecida placa por sus años de servicio. Hoy, lo usual es que un profesional cambie al menos cinco veces de trabajo en su vida laboral. Los motivos son diversos, desde la búsqueda de nuevas oportunidades o promociones, hasta -incluso- coyunturas laborales que lo afectaron.

En esa línea, en los últimos años se ha popularizado la tendencia de profesionales que aprovechan su salida del mundo profesional corporativo para reinventarse. Algunas estadísticas nos dicen que es partir de los 50 años de edad es cuando muchas personas redefinen su propósito en la vida y dedican todo esfuerzo y experiencia en desarrollar actividades propias; es decir, deciden emprender.

Según un estudio del Global Entreprenuership Monitor (GEM), de 2016, casi un tercio de los emprendedores tienen entre 44 y 64 años de edad. Asimismo, un estudio del grupo CMI del Reino Unido, publicado en el portal ambito.com, arrojó que la tasa de éxito de este grupo de emprendedores, al crear una nueva empresa, ronda el 70% frente al 28% de los jóvenes. Sin duda, factores como su experiencia laboral, conocimiento funcional diverso y su red de contactos juegan a su favor.

Más allá de que emprender pueda ser una buena alternativa, quiero destacar lo que puede implicar para una persona con experiencia laboral diversa y que ha estado muchos años en un entorno laboral corporativo, el poder reinventarse profesionalmente. En su artículo “Design a retirement that excites you”, publicado en Harvard Business Review, Jeff Giesea, CEO/Co-Founder at Bestvendor, destaca que es importante ver este momento como la oportunidad de “diseñar una nueva fase“, la cual tiene que estar basada en una visión personal de lo que se desea para el futuro a partir de la realidad, preferencias y coyuntura de cada uno.

En mi opinión, hoy las oportunidades son variadas; sin embargo, recomiendo siempre tomarse un periodo sabático. Tal vez un trimestre sea suficiente para hacer un análisis FODA de nuestra situación, teniendo como punto clave cuál es el propósito que nos guiará en esta nueva etapa. Mi consejo es no apurarse en lanzar un negocio propio. Muchas veces nos apresuramos a invertir ahorros en actividades comerciales o productivas que no se conocen, sin tener los necesarios análisis, financiero y comercial, que nos den una estimación de su viabilidad.

Más interesante puede ser aprovechar los conocimientos y experiencia en determinada función o sector para integrarse a algún proyecto en marcha, en el que uno puede actuar como un director o consultor y, por qué no, invertir en el mismo si ve el proyecto viable.

Hoy existen emprendimientos en sectores tan interesantes como el tecnológico, en los que la opinión de alguien con experiencia gerencial puede aportar la dosis de estructura y planificación que todo proyecto necesita.

Otra línea de actuación puede ser el cambiar de sector o industria. Esto implica aprovechar la especialidad funcional, aplicándola a otro sector. Nuevos aprendizajes y retos enriquecen este tipo de experiencias. Por último, esta también surgiendo la figura del “interim manager”, en el que empresas que por su estructura de costos no pueden permitirse tener un gerente muy experimentado, contratan por horas o por periodos definidos a profesionales con mucha experiencia para tareas específicas como una forma de potenciar y desarrollar sus operaciones.

Cualquiera que sea la decisión que tomemos, considero vale al pena pensarla bien y empujarla con optimismo, porque puede ser la actividad que nos acompañe hasta el final.