La oportunidad para blindar el sistema logístico panameño

Como país tenemos la labor impostergable de trabajar en la educación y concienciación de nuestra población a fin de desarrollar una “cultura de país logístico”. Agustín Herrera/LP




Las protestas resultantes en cierres de esenciales calles y vías de comunicación en nuestro país durante las últimas semanas, además del dolor humano que reflejan y han causado, ha puesto en manifiesto una situación que desde el sector logístico hemos venido insistiendo desde hace muchos años, y es la fragilidad de nuestra infraestructura logística doméstica.

Nuestro sector logístico se ha desarrollado a través de los años en función del segmento principal al cual sirve, que es el transporte internacional de mercancías que utiliza a Panamá, y su canal, como puente de trasbordo interoceánico.

Nuestra infraestructura logística nacional no ha sido desarrollada para servir a la industria y el comercio local, que es un motor del desarrollo nacional y que genera beneficios económicos de forma transversal a muchos niveles, sino más bien en atención a elementos de necesidad, lo cual nos ha dado como producto una infraestructura muy cercana a la capacidad máxima de uso, evidenciándose regularmente congestión los domingos en las tardes cuando nuestro único corredor longitudinal, la carretera Panamericana, es empleado por ciudadanos que se trasladan desde el interior de la República de vuelta a la ciudad capital y adicionalmente el flujo de carga que regularmente emplea dicha vía.

Desde el Consejo Empresarial Logístico, en conjunto con importantes gremios de la región occidental como la Cámara de Comercio de Chiriquí (CAMCHI) y el Centro de Competitividad de la Región Occidental (CECOM-RO) hemos venido promoviendo el desarrollo de nuestra infraestructura logística doméstica como mecanismo para el desarrollo del interior de nuestro país, con los consecuentes beneficios que esto conlleva, de forma tal que se incentive la producción nacional, se generen polos de desarrollo, que conllevan a la generación de empleos y prosperidad distanciados de la capital, y podamos expandir nuestra oferta logística a todo el país.

Las protestas que actualmente enfrentamos, aunque en su derecho, y posibles interrupciones debido a impactos de fenómenos naturales por el cambio climático, nos llevan a insistir en la necesidad de blindar nuestro sistema logístico de forma tal que podamos garantizar un nivel aceptable mínimo de operatividad, garantizando su seguridad y resiliencia a través de las distintas circunstancias que lo puedan afectar, pues como vimos en el caso de los huracanes Eta e Iota, aunque no es frecuente, Panamá no escapa a fenómenos climáticos.

Sólo basta apreciar que, en el evento de una interrupción de la vía Panamericana, queda totalmente interrumpido el suministro de alimentos a los grandes centros urbanos de la región canalera, y por otra parte enfrentamos escasez de combustible, gas y otros productos de consumo básico en los centros urbanos del interior del país.

Nuestro sistema logístico representa un activo muy valioso para el país, por un lado, es estratégico en la generación de empleos y prestigio reputacional internacional (que a su vez atrae más inversiones) al servir al comercio mundial, y por otra parte es estratégico para mantener el bienestar social y como hemos mencionado, presenta un gran potencial de desarrollo para el resto del país.

Por estas dos razones es imperativo protegerlo al designar vías claves de comunicación como “corredores logísticos” que reciban prioridad en cuanto a diseño, mantenimiento vial, seguridad y que al igual que otra infraestructura clave, como portuaria e instituciones como la Autoridad Nacional de Aduanas, gocen de un régimen legal o blindaje que garantice su operación continua e ininterrumpida, similar a lo dispuesto por la Constitución en sus artículos 315 y 322 con respecto al servicio ininterrumpido que brinda el Canal de Panamá.

En adición a lo anterior, urge el desarrollo de la gran cantidad de planes y proyectos que existen para el desarrollo y construcción de infraestructura multimodal que garantice la conectividad doméstica, mediante la redundancia vial, construyendo una alterna a la vía Panamericana, al menos en segmentos iniciales a través de Panamá Oeste y otros, la construcción de terminales portuarios multipropósito en puntos claves del país, que sean empleados comercialmente y puedan ser empleados en casos de calamidades o cierres como los que actualmente vivimos, y por último, mejorando la infraestructura aeroportuaria cerca de los centros de producción para el manejo de carga. De esta forma podemos garantizar no sólo el libre tránsito, sino la conectividad y funcionamiento de la cadena de abastecimiento como un asunto de seguridad nacional.

Durante los meses de cierre en 2020, por medidas adoptadas a inicios de la pandemia, fue evidente que el orden y la paz se pudo mantener gracias a que las cadenas de abastecimiento se mantuvieron operativas. El sector logístico nunca dejó de trabajar y esto fue lo que mantuvo los supermercados y tiendas abastecidos, permitiendo a la población enfrentar los duros meses de encierro.

La oportunidad para blindar el sistema logístico panameño

El cierre de las vías ha afectado la cadena logística y el suministro interno en Panamá. Agustín Herrera

Resulta evidente que el orden social sólo puede mantenerse mientras exista un suministro continuo y estable de alimentos y productos de primera necesidad. Es imperativo que nuestro país cuente con una vía longitudinal alterna a la Panamericana, al menos en varios tramos, y en ciertos polos urbanos de gran congestión o lugares de estrangulamiento (choke points) de la red vial se habiliten calles alternas, en cuanto a ancho y especificaciones, como “corredores contingentes” para ser empleados en casos de disrupciones eventuales.

Por último, como país tenemos la labor impostergable de trabajar en la educación y concienciación de nuestra población a fin de desarrollar una “cultura de país logístico” que nos permita tener siempre presente el valor que nos representa el sector logístico, directa e indirectamente para el país, de forma tal que nuestras acciones y protestas no afecten el mismo, pues al hacerlo, nos causamos un perjuicio.

Estimaciones realizadas por la Comisión de Estudios Económicos del Consejo Empresarial Logístico, presidida por el economista Eddie Tapiero, arrojan cifras impactantes. Luego de tres semanas de protestas, cierres de calles y avenidas, y afectación de nuestro sistema logístico, principalmente en el segmento de conectividad doméstica y terrestre con Centroamérica, el efecto negativo en el PIB se estima en alrededor de entre 1.2 y 2%, lo cual afectará adversamente las perspectivas de crecimiento del país proyectado para este año, limitando el mismo alrededor de un 4% en 2022, por debajo de los niveles de 2019. Esto significa que tres años después de iniciada la pandemia, aún no alcanzamos los niveles previos a la misma, la reactivación económica que todos anhelamos no se ha podido desarrollar, lo cual se refleja en los niveles de desempleo y empleo formal que aqueja a la población. Debemos enfocarnos en desarrollo y crecimiento, tanto a nivel individual, mano de obra calificada, como estructural e institucionalmente, sólo eso garantizará que nuestro sistema logístico sea verdaderamente resiliente.

Alberto López Tom

Expresidente del Consejo Empresarial Logístico
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