Desbloquear el potencial de América Latina y el Caribe

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En los últimos 15 años las economías de América Central y el Caribe registraron un crecimiento promedio anual del producto interno bruto de alrededor del 4%, un índice superior a las tasas de expansión alcanzadas en América Latina y las economías más desarrolladas. Sin embargo, es un aumento muy por debajo de las demás regiones en desarrollo. Regiones como Asia Meridional y África Subsahariana —y países como India y China— mostraron un crecimiento promedio anual de más del 5% durante el periodo en mención.

Pero el crecimiento no ha sido sostenido en todos los países integrantes de la Comisión del Codex Alimentarius —organismo creado en la década de 1960—. De hecho, solo tres países, Costa Rica, República Dominicana y Panamá, han crecido por encima del promedio regional de los últimos 30 años. Solo los dos primeros mostraron tasas de crecimiento superiores al promedio en los periodos analizados. Es decir, 1987–2002 y 2004–2018. Los otros países han presentado una alta volatilidad en el crecimiento económico desde 1987. (Ver recuadro).

Impulsores del dinamismo regional

¿Qué ha permitido que la región de América Central y el Caribe haya logrado un crecimiento más rápido que el resto de los países de América Latina? Uno de los factores distintivos ha sido el rápido crecimiento de la productividad, que en los últimos 15 años ha tenido un ritmo de expansión superior al 2% anual, lo que representa más de la mitad (56%) del aumento del producto interno bruto de la región. Es muy por encima de la media de América Latina, pero aún muy por detrás de campeones mundiales como las florecientes economías asiáticas.

La relativa estabilidad macroeconómica de los países de la región en estudio refleja además políticas monetarias y de finanzas públicas sólidas. (Ver recuadro).

Hay también una clara tendencia entre los países de esta región de desarrollar economías cada vez más centradas en los servicios. La importancia regional del sector servicios es ampliamente reconocida por el Banco de Desarrollo de América Latina, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

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Aunque este enfoque ha dado buenos resultados, la mayoría de los países de la región han mostrado una caída prematura en sus estándares de industrialización. La dinámica del crecimiento industrial ha cambiado recientemente con la automatización de los procesos, lo cual reduce significativamente la intensidad de mano de obra de las ocupaciones típicas de la industria manufacturera. Sin embargo, sigue siendo una importante palanca en varias economías en desarrollo de alto crecimiento.

El crecimiento de América Central y el Caribe ha sido impulsado también por los altos niveles de inversión y el consumo de los hogares en comparación con el resto de América Latina y el promedio mundial. El consumo de los hogares se explica en parte por el alto valor de las remesas recibidas en la mayoría de estos países.

Salvo Panamá, Costa Rica y Trinidad y Tobago, los envíos de dinero representan en promedio un 11% del producto interno bruto, en comparación con el promedio mundial de menos del 1%. Por otra parte, un alto déficit de la balanza comercial sigue siendo uno de los principales factores de rezago, tanto en el ámbito regional como en los países de más alto crecimiento.

4 arquetipos de crecimiento

¿Cuáles han sido los factores de crecimiento de los países “estrella”?

Los países calificados como “estrellas” se han beneficiado de un rápido aumento de la productividad, de los altos índices de inversión y de un modelo de crecimiento centrado en los sectores de servicios.

La productividad representó más del 60% del crecimiento del producto interno bruto desde 2002 —frente al 18% de otros países de América Central y el Caribe—, con un crecimiento superior al 3% anual. En 2017, la inversión representaba el 30% del producto interno bruto, y registró un crecimiento anual de más del 7% entre 2002 y 2017.

El crecimiento medio anual alcanzado por el sector de los servicios fue superior al 5% en los últimos 15 años, lo que representa casi dos tercios de la economía. Esto les permite a los países más destacados evitar los efectos de la caída de los precios de los productos básicos y de la volatilidad general.

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Desafíos para dos arquetipos

Se enfrentan a importantes desafíos los países catalogados en los dos arquetipos como los “que se quedan atrás” y los “rezagados”.

Crecimiento estancado de la productividad: 0.5% de crecimiento medio desde 2002.

Alta dependencia de los productos básicos: las rentas de los recursos naturales en países como Guyana y Surinam representan entre el 20% y el 30% del producto interno bruto, y la agricultura entre el 10% y el 15% del PIB en países como Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Bajos niveles de inversión: 18% del producto interno bruto en 2017 frente al 21% en 2002.

7 tendencias que afectan la región

Según se estableció ya, América Central y el Caribe ha crecido a un ritmo más rápido que el promedio regional, impulsada principalmente por el rápido crecimiento de la productividad, la solidez del sector de los servicios, los altos índices de inversión y el consumo de los hogares y la estabilidad económica.

Sin embargo, este crecimiento podría verse afectado por los cambios mundiales y regionales. Hemos identificado siete tendencias que están cambiando la dinámica de la oferta y la demanda: la disminución de las tasas de fecundidad, la revolución digital, la sofisticación de la demanda mundial, la inminente inseguridad, el aumento de la deuda pública, la rápida urbanización, y la diversificación de los mercados.

Nota: En la próxima edición espere la explicación detallada de las siete dinámicas que están cambiando la oferta y la demanda.

Migración de la región

El aumento de los flujos migratorios es un aspecto particularmente importante en la región centroamericana y caribeña tanto al interior, principalmente desde América del Sur hacia las principales economías, como hacia el exterior, desde Nicaragua y los países del triángulo norte hacia Costa Rica y el norte de América, en particular México y Estados Unidos. Los efectos de la migración dependerán de los gobiernos de toda la región, en cuanto a si podrán convertir el desafío en una oportunidad. Es importante que los países receptores diseñen políticas de integración eficaces y que los países emisores desarrollen estrategias para mitigar el riesgo de fuga de talentos y crear oportunidades para una población vulnerable.