De Líderes y otras especies

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Un buen líder debe mantener a su equipo unido y motivado en cualquier situación, sin importar lo difícil que sea.

La gran cantidad de estudios y ensayos sobre el liderazgo que existen reflejan muy bien la amplitud de ideas y conceptos que puede soportar una palabra cuando todos tratan de reflejarse en ella. Ideas y conceptos abundan: “Líder es el que desarrolla a otros”, “El que inspira a su equipo”, “El que siempre logra los objetivos trabajando en equipo”, “El que saca la mejor versión de un equipo,” etcétera, etcétera. Seguramente muchas de estas ideas son válidas, pero también incompletas.

En mi experiencia, lo primero que deberíamos exigirle a un líder es integridad, y si viene acompañado de un estilo capacitador, participativo y motivador, pues mucho mejor.

Es triste cuando se sigue a demagogos y manipuladores, que suelen ser estrellas en las formas y el estilo, pero al no haber integridad, no tienen sustancia ni buscan lo mejor para los demás, y suele ser en circunstancias difíciles que se muestran de cuerpo entero en su actuar poco profesional o ético. Olvidan que la clave de una sociedad es buscar el bien común.

En su libro “Gobierno de Personas en la Empresa”, Pablo Fserreiro y Manuel Alcázar señalan que los lideres no nacen, se hacen ellos mismos “con su esfuerzo perseverante por mejorar su racionalidad y virtualidad”.

A partir de ello, el líder posee dos características que lo hacen digno de confianza: su profesionalidad; es decir sus capacidades estratégicas y ejecutivas que demuestran que piensa bien, y su ejemplaridad, que no es más que sus virtudes morales, que se demuestran en que busca el bien para su equipo.

Y muchas veces, buscar lo mejor para cada persona no es siempre decirle lo maravilloso que es y el gran desempeño que siempre tiene, sino hablarle con la verdad. Desde el respeto y sinceridad, y reconociendo que como humanos todos tenemos puntos fuertes y débiles, apoyar a que en cada jornada logre mejorar sus puntos débiles y potenciar aún más los fuertes, pero principalmente que él mismo sea consciente de ello para que en su libertad puede decidir cómo actuar.

En mi experiencia profesional, me considero muy afortunado, porque entre muchos jefes que he tenido en más de 20 años de carrera, recuerdo a la gran mayoría con cariño y admiración, no sólo por su clara capacidad profesional, sino sobre todo por su honestidad al señalar lo que esperaban de mi trabajo y ser consecuentes en evaluar y apoyar mi desempeño, aunque ello implicara algunas veces recibir una crítica sincera en vez de un elogio.

En especial, recuerdo a unos de mis jefes en Panamá, con el que nos tocó como equipo vivir el proceso de venta de la empresa donde trabajábamos. Un proceso tan complejo y estresante, se convirtió en una de las mejores experiencias profesionales de mi vida, porque nuestro líder no sólo estaba preocupado porque el proceso de venta fuera un éxito, sino que se constituyó en el mejor ejemplo de lo que significaba cuidar a tu Equipo, y lo que cada uno de nosotros con Equipos a cargo tenía que hacer por el suyo.

En mi rol de jefe no sé si he sido tan acertado, pero tengo que reconocer que para mí son valiosos momentos, cada vez que algún colaborador con el que trabaje en el pasado, me llama para pedirme un consejo o simplemente contarme algo donde cree que le puedo aportar mis ideas o mi visión. Considero son el reflejo de la confianza que hemos desarrollado trabajando juntos y muestra de que, en un Equipo, a partir de la integridad y el profesionalismo construimos relaciones que traspasan lo meramente laboral.

Estas relaciones representan una gran ventaja en momentos de crisis, como las que hoy vivimos con motivo de la pandemia por Covid-19, en los que debe reforzarse la organización para que su liderazgo sea fuerte y efectivo. Una crisis bien gestionada puede convertirse en un valioso aprendizaje de cara al futuro y una fuente de oportunidades.

Un buen líder debe mantener a su equipo unido y motivado en cualquier situación, sin importar lo difícil que sea. Es la mejor manera de lograr eficacia, tomando en cuenta que en un momento en que la mayoría de los países luchan contra la pandemia, el papel que desempeñan las empresas en este escenario es esencial. Como actores clave en la economía, la responsabilidad social de las empresas es llevar a cabo una buena gestión empresarial y, sobre todo, garantizar la seguridad y la organización adecuada de todos sus empleados.

A medida que avanzamos en la fase de recuperación de la crisis, los líderes resilientes tienen el trabajo de cambiar la mentalidad propia y de sus equipos, cambiar el “hoy” por el “mañana”. El líder resiliente de hoy, analiza el impacto del Covid-19 en el mercado y en la sociedad, y busca cómo puede utilizarlas como una oportunidad para crecer y cambiar. Para hacer esto, los lideres deben tener una visión de largo plazo, entender bien los cambios en el entorno y el comportamiento de los consumidores; así como la capacidad de adaptar su organización y alinear a su Equipo con esta nueva realidad.