Conciencia política y crítica sobre las desigualdades

Aunque las mujeres han conquistado varios espacios, aun quedan luchas pendientes. En la imagen un mural pintado en el parque Omar a propósito del día internacional de la mujer el pasado 8 de marzo. Agustín Herrera C. / LP




Cuando las personas adquirimos conciencia política/crítica, sobre las desigualdades de las que somos objeto, ocurre un despertar. Es allí donde tenemos la oportunidad de darnos a nosotros mismos la posibilidad de destruir esos dominios de desigualdad.

Para esto es bueno advertir y advertirnos la necesidad de no apegarnos a ningún concepto de los que estoy compartiendo, pues han sido diseñados por personas de diferentes épocas y experiencias, que con el paso de los años complementan el tema en general, para dar paso a mejores análisis. Más bien toma lo que consideres y genera tu propio punto de vista, analizando desde tu experiencia y la de las personas en tu entorno.

Conozcamos un poco sobre el feminismo y sus diferentes espacios de diálogo. Entre mujeres tenemos luchas diferentes. No necesariamente las luchas de una mujer o de un grupo están completamente relacionadas con todas las necesidades y las luchas de todas las mujeres. Sin embargo, lo cierto es que si una mujer está mal todas lo estamos, ya que su realidad puede no ser igual, pero no es lejana a la de las demás.

Las sufragistas en Inglaterra, unidas por un mismo objetivo, abrieron la puerta del derecho al voto paulatino de otros grupos. Esto fue muy valioso, pero no deja de ser una de tantas realidades y necesidades a resolver. Por ejemplo, en aquel entonces una mujer indígena en Panamá no se vería representada en la lucha por el derecho al voto, pues sus necesidades prioritarias eran tan básicas como la alimentación, la educación y su seguridad.

Tenemos una gran diversidad de temas por los cuales seguir luchando, pero cada región y grupo debe analizar qué situaciones se viven y cómo deben ser estas luchas y sus posibles soluciones.

Conciencia política y crítica sobre las desigualdades

Simone de Beauvoir nace en París en 1908, fue filósofa, profesora, escritora y activista feminista.

Veamos las herramientas de Simone de Beauvoir. Simone nace en París en 1908- fue filósofa, profesora, escritora y activista feminista. Escribió novelas, ensayos, biografías y monografías sobre temas políticos, sociales y filosóficos. Su pensamiento se enmarca en la corriente filosófica del existencialismo y su obra El Segundo Sexo se considera fundamental en la historia del feminismo.

Debemos a Simone las siguientes herramientas sobre la situación de la mujer. La primera herramienta se refiere a todo lo que involucra el hecho de ser mujer. Al principio Simone pensó que nunca había notado que ser mujer fuera un obstáculo para lograr sus metas. A lo que Sartre, uno de sus mentores, la invitó a analizar su entorno, y llegó a descubrir que ella no había sido educada del mismo modo que los chicos de su época y que en su entorno el liderazgo era masculino.

Así, en el análisis del hecho de ser mujer podemos formularnos preguntas como ¿qué es ser mujer en mi hogar? ¿ Se va mi tiempo en lo doméstico y en el cuidado? En mi trabajo, ¿hago más y gano menos que mis colegas? ¿En mi emprendimiento? ¿En la comunidad?

El solo hecho de cuestionarse ser mujer nos muestra marcadas diferencias.

La segunda herramienta de Simone consiste en entender las nociones de libertad / situación. Somos absoluta y legalmente libres, pero la libertad se encarna en situaciones y las situaciones pueden favorecer o entorpecer nuestra libertad. Para Sartre, nuestros libres proyectos, sueños, ideas, tienen que acomodarse penosamente a las posibilidades que nos ofrece la situación. Si no queremos aprovechar las posibilidades, si no utilizamos el margen de libertad que nos ofrece la situación, no ejercemos la trascendencia que como seres humanos nos corresponde, nos degradamos a la categoría de cosas.

Sin embargo, hay hay situaciones muy coercitivas que sistemáticamente impiden nuestro ejercicio de la trascendencia, y nos hacen caer una y otra vez en el dictamen de la situación que no permite la trascendencia. A este tipo de mal moral, Beauvoir lo llama opresión.

Atribuir a las mujeres poca capacidad de decisión está normalizado: en la familia por ser patriarcal; en el trabajo, porque casi siempre ocupamos un lugar subordinado; la literatura infantil nos describe pasivas, inconstantes, siempre pendientes de las decisiones que otros adoptan en nuestro sentimiento y sensibilidad. Nuestros roles en la publicidad son de limpiadora del hogar; cocinera y cuidadora de la familia; cebo para vender automóviles y licor, objeto de deseo. Y ni hablar de la música que nos representa hambrientas de sexo a toda hora.

La tercera herramienta nos plantea considerar al cuerpo como elemento de la situación. Para Simone, el cuerpo de las mujeres es una desventaja para su trascendencia, porque está sometido a la especie de una forma mucho más estrecha que el cuerpo de los varones, mucho más atado que el de ellos a la función biológica de la reproducción. Eso, sin embargo, no determina nuestro destino, porque para Simone el ser humano no es sólo naturaleza, sino y ante todo un ser libre que puede afrontar adversidades.

Simone levantó ampollas en la sociedad francesa de la Segunda posguerra mundial, por hablar de la sexualidad, de los mitos que someten a las mujeres y lamentablemente liberan a los hombres de responsabilidades. Habló de la realidad sin interpretaciones mediadoras ni prejuicios, y dijo la verdad.

Larú Mayte Linares

Gerente de Emprendimiento Femenino y Social del Centro de Innovación de la Fundación Ciudad del Saber
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