Año 2020, para jubilar la incertidumbre financiera




El inicio de un año es siempre una buena oportunidad para plantearnos tomar el control de nuestra situación financiera. Sí, tomar el control, porque si bien el nivel de ingresos —para los que tengamos la suerte de estar activos laboralmente— suele ser un monto que lo define un tercero, bien sea una empresa o los clientes que logramos atender si trabajamos por cuenta propia; nuestro estándar de gastos es una decisión absolutamente nuestra.

Recordemos que las cuentas viejas, esas deudas que nos acompañan año a año, son la consecuencia de una decisión que tomamos en un momento determinado. Por lo tanto, la decisión de ahorrar y planificar financieramente para nuestra etapa de jubilación debe iniciarse lo más pronto posible.

Sin duda, a nivel financiero debemos decidir cuánto deseamos ahorrar cada mes. Y aquí el deseo se debe traducir en una realidad en la medida de las posibilidades y coyunturas que nos tocan vivir; sin embargo el gran problema es que usualmente gastamos y esperamos que nuestros ingresos alcancen. De allí la famosa frase “el sueldo no me alcanza”.

Cambiar esta situación está en nuestras manos. En mi opinión, el éxito de una jubilación tranquila implica tener claro un presupuesto de gastos, en que el monto de ahorro mensual sea uno fijo —como si fuera un gasto más—, y luego agregamos otros gastos clave como vivienda, alimentación, educación de los hijos, salud, servicios públicos, movilidad y pago de alguna deuda.

Así llegamos a una cifra que deberíamos intentar este por debajo de nuestros ingresos.

Lo que queda es aquello que podemos gastar en distracción u otras actividades. Lo que nos suele suceder normalmente, es que gastamos primero en lo básico para vivir y lo que queda lo gastamos en diversión o nos endeudamos más de lo que somos capaces de pagar, para acceder a cosas que pensamos que necesitamos. Resultado final: ahorro cero, deudas creciendo y situaciones de estrés a la vuelta de la esquina si nuestra situación financiera o laboral cambia. Pero repito, este escenario que nadie desea es en gran parte consecuencia de nuestras decisiones.

Entonces: ¿cómo nos iniciamos en la sana costumbre del ahorro y la planificación financiera? Expertos recomiendan que además de tener la costumbre recurrente de ahorrar cada mes, debemos plantearnos retos ambiciosos pero alcanzables. Un primer paso es lograr un fondo de emergencia de al menos 6 meses de salario que debe ser mantenido en cuentas de ahorro, porque la idea es que esté siempre disponible. A partir de allí el reto es incrementar nuestros ahorros para llegar a una cifra que nos permita mantenernos cuando estemos jubilados. La revista Forbes señala, en un artículo de Kristin Stoller, que según Fidelity —importante fondo de inversión norteamericano— a la edad de 67 años tu nivel de ahorros debería alcanzar al menos 10 veces tu salario anual. Asimismo, T. Rowe Price, en su página web troweprice.com, menciona que el porcentaje mínimo de ahorros al año para lograr una jubilación financieramente tranquila no debería bajar de 15% de los ingresos anuales.

En este caso, considero que como primer paso debemos tener claro nuestro presupuesto de gasto mensual actual, que llamaremos P0. Luego, entendiendo que para el momento de la jubilación habrá ciertos gastos como educación, que no se asumirán porque los hijos ya son independientes, podemos asumir que nuestros gastos en ese momento serán un 75% del actual P0, al que llamaremos P1. En mi concepto, el monto ideal de ahorro a alcanzar es aquella suma de dinero que invertido a una tasa de interés anual conservadora (porque a mayor rentabilidad mayor riesgo) te permita alcanzar ese monto P1 cada mes.

Sin duda, es más fácil decirlo que hacerlo. Pero los invito a que saquen sus cuentas. Es una decisión que se debe asumir con responsabilidad, y cuanto más pronto comencemos, mejor. Dentro de unos años lo agradeceremos.