Ensa, con mucha energía

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Suele repetirse una frase en la temporada de invierno: nada como dormir cuando cae la lluvia.

Otra cosa piensan las personas angustiadas con las consecuencias del clima en la red energética, de la rama de un árbol que cae sobre el tendido eléctrico y el consecuente estallido del transformador que anuncia el apagón. Le dirán chao a los electrodomésticos y rogarán por una reanudación eficiente del servicio de energía.

Ensa, con mucha energía

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Solo la preocupación de un funcionario supera la zozobra de esas personas. A través del ventanal de una oficina rectangular —ubicada en la parte alta de una torre de negocios de Santa María Business District, sobre el corredor Sur—, Esteban Barrientos sigue el comportamiento climático y sus embestidas trajeadas de temporal o de tormenta eléctrica. El presidente de ENSA mira las colinas de San Miguelito y frente a ellas la “sabana” de Panamá. Dos áreas metropolitanas donde esta compañía despliega sus operaciones de distribución y comercialización de energía. Específicamente en los sectores de Juan Díaz, San Miguelito, Tocumen y la 24 de Diciembre.

Son alrededor de 1 millón 800 mil panameños, unos 460 mil usuarios, redondea Barrientos para referirse a habitantes, hogares, comercios, abarroterías, hospitales, escuelas y, en unos meses, la línea 2 del Metro. Pero, más que nada, personas de clase media y baja. Trabajadores muchas veces estandarizados con la obligación mensual de pagar la nevera, el compromiso de vivir al día.

“Un daño en un equipo es la mejor manera de saber si un sistema eléctrico está en buen estado”, comenta Barrientos, quien detalla además la labor nodal de ENSA en el sistema energético panameño. La razón por la cual la compañía ha invertido 325 millones de dólares en los 4 últimos años.

El sector se segmenta, explica, en una primera parte en las generadoras de energía, con “compañías como AES, que es el jugador más grande” de la industria. Una vez producido el recurso, este recorre la trayectoria trazada por líneas de 500 kilovatios dispuestas por la Empresa de Transmisión Eléctrica, S.A. (Etesa), entidad que “necesitamos que avance mucho en su proceso de modernización”. La energía es recibida en las subestaciones y “[le] bajamos la tensión y empieza a distribuirse en nuestra zona de concesión”. El otro distribuidor es Gas Natural Fenosa.

La comercialización incluye leer los medidores de energía de los usuarios, imprimir la factura, poner allí los servicios de generación y transmisión. “En todos los sistemas el distribuidor es la caja registradora del negocio”, comenta Barrientos, no sin antes ejemplificar la complejidad de la labor de cobro. “Si un cliente deja de pagar, nosotros igualmente asumimos el 100% de la factura. Nosotros tenemos el riesgo de la demanda”.

La gestión de este riesgo lleva a Barrientos a plantear una inquietud sobre los contratos de generación: “Que en la medida de lo posible no sobrepasen la demanda capaz de consumirse, para que no terminemos todos pagando una mayor producción de energía de la que necesitamos”.

El usuario muy poco sabe de complejidades energéticas. Le preocupa, se insiste, el bienestar de su casa. La operación del negocio sin contratiempos. Objetivos que explican las inversiones millonarias de ENSA para afrontar los vientos que derriban árboles y palmas que “tiran la red al piso”; las descargas atmosféricas cuyos rayos impactan la infraestructura eléctrica y dañan un transformador o disparan un fusible.

Por eso, las sumas que se invierten en innovación y tecnología “son importantes”, y su cometido se aprecia en el tejido de una red en forma de malla, en vez de lineal, para atender daños por diversas vías. “Si la plataforma fuera recta, tendríamos serios problemas. Una sola avería interrumpiría” el ciclo de recuperación de una cuadra.

La innovación se observa en la subestación de Costa del Este, encapsulada y ocupante de un tercio del espacio físico de una de tipo corriente. Aquella se conecta de manera subterránea a las otras de Cerro Viento y Llano Bonito. La meta, hace hincapié Barrientos, es tener un sistema mucho más redundante. “Si llego a tener problemas con una subestación, tengo el soporte de las otras dos”. (Ver recuadro: Inversiones 2014–2018).

Rentabilidad y voltios

A mediados del mes de agosto, ENSA le entregó al Ministerio de Economía y Finanzas dividendos por un total de 21 millones de dólares por concepto de utilidades del año fiscal 2017. La cifra se repartió de la siguiente manera: 10 millones 133 mil dólares a la República de Panamá; 10 millones 700 mil a Panama Distribution Group S.A. o grupo EPM (Empresas Públicas de Medellín), este último, propietario del 51% de las acciones de la compañía. Y 156 mil 429 dólares para los exempleados del IRHE (Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrificación), entidad estatal adquirida en 1998 por Elektra Noreste, S.A., nombre sintetizado con las siglas ENSA. En ese entonces con 170 mil usuarios. En 2011, EPM compró la mitad más uno del paquete accionario.

ENSA, comenta Barrientos, le ha pagado alrededor de 133 millones de dólares al conglomerado EPM. “Son recursos que generan riqueza y que ayudan a muchos [programas sociales] en Medellín, Colombia (…). Esta es una inversión supremamente rentable”.

Dado el funcionamiento de la compañía, sus resultados, los dividendos “tan importantes” que paga, Barrientos detalla sobre la crisis millonaria del proyecto energético colombiano conocido como Hidroituango, propiedad de EPM, que “no afecta” la operación de ENSA.

Ensa, con mucha energía

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“El Grupo es muy respetuoso en este sentido. En el manejo con sus socios. Ituango es una motivación. Para hacernos más eficientes en el gasto, en la operación. Es un llamado a todos a volvernos más productivos y eficientes. Hemos tenido muchos retos, pero nunca como el de Ituango, y eso va a cambiar positivamente la forma en la que EPM hace todo, que es supremamente bien”.

La eficiencia de ENSA se aprecia en haber cubierto el 95% de su zona de concesión y tiene la mira puesta en la interconexión energética con Colombia. El enlace binacional llegará a Panamá en la comarca Guna Yala. Los gunas solicitaron una carretera y la instalación de un sistema eléctrico. El Banco Interamericano de Desarrollo pondrá 5 millones de dólares, y ENSA un millón y medio adicional, para terminar la red de distribución eléctrica hasta el puerto de Cartí, donde la gente toma las embarcaciones para ir a las islas comarcales.

“Este proyecto se estará iniciando entre este mes y noviembre, para hacer realidad la interconexión”. La población de esa región del país se beneficiará con servicio de luz en un centro de salud, una escuela y el puerto aludido.

Uno de los mayores retos de la distribuidora radica en sus 15 o 20 vacantes profesionales permanentes. La insuficiencia de talento humano con las competencias apropiadas en nuestro país llevó a ENSA a establecer alianzas con el Inadeh (Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano) para capacitar personal en Colón y en Tocumen. “No les exigimos a nuestros muchachos después de recibir cursos de más de 400 horas la obligación de quedarse trabajando con nosotros. Si quieren pueden irse a Fenosa, nosotros no ponemos inconvenientes. Porque al final necesitamos hacer país. La persona que esté allá volverá acá en un futuro si es un buen trabajador”.

Allá o acá, lo cierto es que ENSA quiere más mercado con la expansión del área de la 24 de Diciembre, la inauguración de la línea 2 del Metro, las energías alternativas y los proyectos de grandes inversiones. Va por más y para eso le sobra energía.