Los ciudadanos encaran una de las decisiones más importante de sus vidas: escoger al próximo presidente de la República, cuyo gobierno tomará decisiones que influyen, modifican y definen la economía de ellos, la forma en la que viven. Incluso, el modo en el que van a envejecer.
Después de años de bonanza ilimitada y derroche económico; y más tarde un crecimiento mucho más ajustado, Panamá vuelve a enfrentar un proceso electoral para hacer un cambio de gobierno, con el acostumbrado bloque de promesas quinquenales de un lado y de otro.
Los compromisos en este lustro, sin embargo, requerirán del cumplimiento inmediato ante razones sobradas. Algunas decisiones, que se han ido postergando por comodidad política, tendrán que ser de obligatoria discusión y solución.
Los días están contados para el sistema definido de Invalidez, Vejez y Muerte. El cálculo no oficial es que para 2025 no habrá dinero disponible para pagar las pensiones de los panameños que trabajaron toda su vida y que se convirtieron en jubilados de la Caja de Seguro Social. Si este es el panorama de los más adultos, el quinquenio también apaña a los jóvenes con grandes desafíos.
Hasta agosto de 2018, unas 118 mil 338 personas en el país no tenían trabajo, lo que supone que un 6% de la fuerza laboral está desempleada.
Son los jóvenes los de las mayores dificultades para encontrar empleo, principalmente por falta de capacitación, entrenamiento y debilidad en habilidades blandas. Ello ocurre en una economía en la que el 84% del empleo es generado por el sector privado, por lo que los empresarios insisten en la necesidad de vincular al sistema educativo con el mercado laboral.
En esta edición, y por primera vez en la actual contienda a la Presidencia, cada candidato reconoce las presiones sociales y económicas a las que se enfrenta el país: el costo de la vida, la desigualdad, el gasto estatal y las inversiones futuras.
Sus palabras, frente al país en el Foro Visión 2019, los compromete.